CULTURA POLÍTICA Y ELECCIONES EN MÉXICO


Alfredo Ibarra Camacho. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la ENEP-Acatlán. Ha tomado varios diplomados en administración pública federal y estatal, finanzas públicas, periodismo y el sistema electoral mexicano. Ha sido maestro e investigador universitario en la Universidad Autónoma de Sinaloa, la Universidad de Occidente, la Universidad Autónoma de Aguascalientes, el Instituto de Administración Pública de Sinaloa y el Instituto Nacional de Administración Pública. Conferencista en universidades e instituciones, analista financiero y analista político en revistas, periódicos, radio y televisión.




Fue el filósofo y lógico griego Aristóteles maestro de Alejandro Magno, quien acuñó el término zoon politikon, refiriéndose a que el ser humano es por naturaleza un animal político o un animal social que no puede vivir aislado de la sociedad, ya que solamente así puede lograr la justicia y el bien común utilizando el diálogo y la conciliación.

Aristóteles
De tal manera que la reflexión del filósofo estagirita (384-322 a.d.C.), es fundamental para entender el pensamiento político y que durante siglos ha sido apreciado y valorado por siglos por estudiosos de muy diversas escuelas e ideologías; incluso su lectura es necesaria y obligatoria para los estudiantes de ciencias sociales y humanidades, por lo tanto, no es de extrañar que el texto del filósofo griego haya tenido una gran influencia en pensadores y estudiosos medievales y modernos.

Todos estos comentarios surgen a raíz y es muy común escuchar a muchos ciudadanos definirse como apolíticos, concepción que choca con la reflexión de Aristóteles, esta idea nos permite apreciar que es muy probable que estas personas no les interese la política y que por lo tanto no se presenten a las urnas, una de las razones que aducen para justificar este comportamiento que votar no cambia el contexto social o también porque consideran que la política es una actividad que practican personas deshonestas y corruptas.

Las elecciones son el brazo ejecutor de la democracia, sin ella no pueden legitimarse los gobiernos, además es un derecho mediante el cual los ciudadanos eligen libremente a sus gobernantes, pero también pueden en un momento dado destituirlos y volver a elegir a nuevos representantes. Los procesos electorales constituyen la característica principal de las naciones que se consideran democráticas y México pertenece a este grupo de países. Las elecciones democráticas son aquellas en la que la única incertidumbre existente es la de los resultados, las cuales se circunscriben a la voluntad libre de los electores, y en las que el marco legal está claramente definido, garantizando condiciones de competencia medianamente equitativas para todos los partidos políticos y candidatos contendientes.   

La ¿antigua? aplanadora del PRI
Hace 30 años aproximadamente no podíamos decir lo mismo, ya que había el predominio de un solo partido político, el PRI, en esta época la voluntad de los electores no era respetada, las reglas del juego no eran claras, no había piso parejo para las demás fuerzas políticas, como consecuencia ningún partido político que no fuera el Partido Revolucionario Institucional tenía la más mínima posibilidad de obtener triunfos, ya fuera a nivel municipal, estatal o federal, que sirviera de contrapeso al partido hegemónico. Lo único que la ciudadanía sabía antes de votar, era que el PRI ganaría apabullantemente arreglando a su modo el porcentaje con que aplastaría a la oposición. Esto propició que los estudios sobre el sistema político mexicano fueran escasos desde la federalización de las elecciones en 1946, esta época se caracterizaba por la sumisión de los poderes ejecutivo y judicial al poder ejecutivo representada en la figura del presidente de la república. El jefe del ejecutivo era el gran elector, nombraba al presidente del PRI, a los gobernadores, a los diputados y senadores, a los diplomáticos, tenía un poder absoluto, más que un monarca europeo. La oposición era muy débil, a menudo la disidencia era castigada con cárcel, con destierro o con la muerte. Cuando la oposición llegaba a ganar alguna diputación o presidencia municipal se les hacía fraude, era el signo de los gobiernos caciquiles y autoritarios.

El PRI desde su fundación en 1929 por el general Plutarco Elías Calles fue un partido cerrado, antidemocrático, clientelar, paternalista y corporativista que operaba como una dictadura perfecta, tal como lo definió el escritor peruano-español Mario Vasgas Llosa, hasta los intelectuales y periodistas, medios de comunicación eran cooptados por el gobierno, no había libertad de expresión, incluso una de las causas que provocó el Movimiento Estudiantil de 1968 era la falta de democracia y libertades políticas, esta rebelión estudiantil fue salvajemente reprimida por el gobierno de Díaz Ordaz.

Por fortuna las cosas han ido cambiando ya que en la actualidad gozamos de mayor libertad, las elecciones con sus fallas son más democráticas. Con reglas claramente definidas en la Constitución, se han creado instituciones, tal es el caso del Instituto Federal Electoral (IFE) actualmente Instituto Nacional Electoral (INE), el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), con ello se garantizan contiendas transparentes, competitivas y legales.

Debemos reconocer que la democracia mexicana es muy imperfecta, prevalecen prácticas políticas del pasado, que con la presión de la ciudadanía y de los partidos políticos podrán ir desapareciendo, las elecciones son muy costosas, los partidos se exceden en sus gastos, se debe acabar con prácticas antidemocráticas como el acarreo, la repartición de despensas, compra de voto, operación tamal, ratón loco y otro tipo de dádivas ofrecidas por los actores políticos y en cambio se deben fomentar la alfabetización política, formar un ciudadano mejor informado y más crítico, elevar los niveles de  cultura política del pueblo y de participación ciudadana en los procesos electorales.

REFERENCIAS



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Documental sobre el proceso democrático



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